¿Has sentido que para ser feminista necesitas cumplir con ciertas "reglas” o "normas"? ¿Te has sentido “mala feminista” porque de una u otra manera no cumples esos “mandatos” implícitos del feminismo?
La tiranosauria llegó para que nos cuestionemos y reflexionemos esas reglas invisibles de las que nadie habla, pero que nos atraviesan a todas.
Tardé varios años en nombrarme feminista… ¿por qué? al principio le tenía miedo a la palabra; existían muchos prejuicios y estereotipos alrededor de ella; con el tiempo fui entendiendo que era solo eso, ideas de personas de “afuera” que no conocían el feminismo y tenían mucho tabúes hacia el movimiento.
Después de nombrarme feminista, cuando sentí que estaba en un lugar seguro, para ser yo misma, sentí esa carga/presión por ser “buena feminista”, lo que involucra tanto en tu vida personal, profesional y pública el mostrar que eres feminista y que cumples las reglas todo el tiempo. Siempre estás en constante “vigilancia del feminismo”, esas “estructuras” que verifican tu comportamiento como feminista; tu familia, amigxs, academia, redes sociales, trabajo; todo el tiempo observando que no te equivoques, que defiendas la causa, que seas sorora, que te comportes, ejerzas y honres el feminismo, pero la vigilancia más sorpresiva son las mismas feministas (incluyéndome); que tus gustos, tus amistades, tu cuerpo, tu aspecto, tu activismo, tus parejas, tus sexualidades, tu religión, tus privilegios, tus estudios académicos y tus emociones vayan en sincronía con lo que dices, lo que haces y lo que piensas o sean juzgados todo el tiempo, hasta por ti misma; cuestionándote si realmente eres feminista.
¿Dónde queda el espacio para equivocarnos, cometer errores, para aprender, para dialogar e ir cambiando nuestras ideas? ¿Dónde queda la libertad de ser feminista sin estar buscando la perfección y verificación todo el tiempo? En un movimiento que nos hace libres, también nos oprimimos. El feminismo cambia, evoluciona y se adapta a las sociedades. ¿Qué significa en realidad la etiqueta feminista? Aceptar los tiempos y las imperfecciones de cada una. Entender que cada una llevamos procesos y luchas distintas, que nuestras formas de pensar han cambiado de cuando empezamos en el feminismo y que seguirán cambiando.
Roxanne Gay, en su libro de “Bad Feminist”, dice algo muy acertado, “Como feminista siento mucha presión, tenemos la tendencia a poner a las feministas en un pedestal. Esperamos que sean perfectas. El feminismo me ayudó a recuperar mi voz. Prefiero ser una mala feminista que ninguna.” Creo que es hora de usar nuestras etiquetas de malas feministas para vivir más libres. ¿Una mala feminista señala y visibiliza los mandatos que se dan dentro de los feminismos? Tal vez, ¿soy una mala feminista?